Nº 98 Aportes. Revista de Historia Contemporánea. Año XXXIII (3/2018)
Disponible en papel encuadernado en rústica, 268 páginas, a través de todas las tiendas Amazon. El acceso a la versión online es libre.
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Los estudios presentados sobre el XIX español inciden en dos ámbitos esenciales que merecían una nueva aproximación. El primero, la nueva valoración que Martínez Hoyos realiza sobre el catolicismo liberal en España, que, en realidad, supone repensar el problema esencial de la conciliación del pensamiento católico con la modernidad intelectual que representaba el liberalismo. El segundo, la idea de España como potencia internacional del pensamiento carlista, que permite comprobar cómo había calado la definición de los intereses nacionales de España realizada por los gobiernos liberales desde mediados de siglo. Junto a ellos se avanza una investigación innovadora sobre nuevas temáticas de creciente atención historiográfica: los factores culturales y afectivos que se enlazan en esa historia de las mentalidades que, en este caso, se orienta a pretender medir el apoyo social a los conflictos coloniales utilizando la música como instrumento de análisis.La atención al siglo XX parte de un estudio sobre el periodo de la Restauración, dentro de un ámbito como es el de la actividad municipal, que indica el grado de modernidad que ya había adquirido la política española en las dos primeras décadas del siglo. Los estudios sobre la guerra civil llaman a reflexionar acerca de la importancia que tenía la política de la hispanidad a ambos lados del Atlántico, sobre la base de una identidad cultural y religiosa, configurada a través del mecanismo de reconocimiento y pertenencia derivado de la oposición entre una cosmovisión latina y la cosmovisión protestante anglosajona. Esta construcción ideológica de opuestos llevó a uno de los grandes intelectuales latinoamericanos como fue José Vasconcelos a situarse muy cerca de las posiciones defendidas por el ejército comandado por Franco. Una posición derivada de una percepción de identidad cultural no siempre bien valorada por la historiografía. Porque incluso un acontecimiento tan “nacional” como la guerra civil carece de sentido fuera del contexto internacional en el que germina. Por eso, el artículo que aborda esta temática es una permanente invitación a resituar el hecho histórico en su contexto, entendiendo éste en un sentido amplio y omnicomprensivo.
Finalmente, se insiste en la consideración del factor internacional con el análisis de la gestión llevada a cabo por José María de Areilza durante su embajada en París, en el periodo fundamental de 1960 y 1964, cuando el éxito de las Comunidades Europeas planteaba a la España de Franco el complejo reto de imaginar una posible forma de adhesión. Pero, evidentemente, la intención nunca fue suficiente, ya que los condicionantes políticos y los prejuicios ideológicos que despertaba el franquismo en buena parte de la opinión pública europea, impidieron avanzar significativamente por una vía que solo se despejaría verdaderamente veinte años después, ya en democracia.En definitiva, la Revista vuelve a apostar por una perspectiva de pluralidad y de rigor historiográfico a la hora de plantear nuevas visiones y nuevos temas de interés para el conocimiento de la historia contemporánea de España.